martes, 22 de diciembre de 2009

Las manos que sostienen al recién nacido. Del libro por un nacimiento sin violencia.


Unas palabras sobre las manos que sostienen al recién nacido...
Esas manos son lo primero que encuentar el niño.
Son su primera aventura.
Hablan elprimer lenguaje : el de la piel , el del tacto.
El que se hablaba en el seno materno, cuando el útero se acoplaba amorosamente a la espaldita, cuando se hablaba piel contra piel.
Ahora el niño está fuera,tiene esa espalda completamente desnuda, perdida, descontrolada.
Es el primer contacto con el mundo.
Es la primera sorpresa.
Para que nuestro joven viajero acepte el mundo, su extrañeza, su frialdad, tiene que controlar la transición, encontrar en lo nuevo algo de lo antiguo.
Que las manos sean suaves;pero firmes y, sobre todo, que sean lentas y actúen con un movimiento continuo.
Después, deben empesar no a acariciar al niño, sino, mejor aún, a darle masaje.
Todos los animales lamen a sus crías inmediatamente.
Se sabe que su supervivencia depende de eso.
Las manos deben recorrer entonces la espaldita.
Eso se hace mientras el niño sigue reposando sobre el vientre materno, mientras late el cordón umbilical.
Las manos deben reproducir el ritmo, el peso de la contracción uterina, su lentitud, su fuerza, su continuidad que, por haberlas disfrutado durante tanto tiempo, las tiene le niño grabadas en la piel.
¿Y qué van a decir esas manos?
Lo que decía la madre.
La madre de los primeros tiempos,
de los días bellos, que
estrechaba al niño con amor,
lo mecía , lo mimaba,
que era nada más que amor.
Esas manos recorren la espaldita
con un movimiento continuo, sin interrupciones.
Antes de terminar uno, empieza con otro.
Las dos se siguen, como una ola sigue a otra,
tranquilas, sin fallar.
Se trata de recuperar ese ritmo sencillo,
pero misterioso, que conocen los amantes... por instinto.
Los amantes!
Entonces, estás haciendo el amor con ese niño!
Sí, si hacer el amor es tratar de borrar las huellas,
curar la herida,
la separación.
Hacer el amor es el retorno al paraíso,
la peregrinación a las fuentes,
a la fuente.
Es zambullirse de nuevo en el viejo océano ( de donde parten y viene a terminar todos los arroyos, todos los ríos, donde quedan abolidas todas las diferencias, incluso las del tiempo, ya que por fin, aquí nada termina ni comienza) y
abandonarse a su resaca.
Todavía se puede creer por un instante,
que se ha hecho uno con el otro.



Palabras del Dr. Frédérick Leboyer en su libro, Por un nacimiento sin violencia, escrito en 1976, justamente el año de mi nacimiento.

Compartir la intensidad y la poesía de estas palabras es mi deseo.
Para las futuras mamás espero que experimenten la emoción de nuestros actos importantes y las ya madres espero que revivan la poesía del nacimiento de sus hijos.

Gracias, Ceci, por poner en mis manos este libro.
Sat Nam
Carolina

2 comentarios:

  1. que texto tan hermoso caro, gracias!

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  2. Bellísimo texto!!!
    El libro de Leboyer lo tengo pendiente.
    Muchas gracias por compartirlo!!!
    Un abrazo!!!

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